El poder de las palabras: reflexiones de un encuentro

En el marco de las buenas prácticas de RSE, desde Amec se llevan adelante diversas iniciativas que buscan generar un impacto positivo en quienes más lo necesitan. Las experiencias compartidas nos inspiran a seguir trabajando para seguir mejorando y hacer una pequeña y gran diferencia en nuestro mundo. En ese sentido, compartimos las reflexiones de los colaboradores del taller de lectura.

Valeria  

Para mí fue una experiencia muy enriquecedora y gratificante. Al principio estaba muy nerviosa de cómo podrían reaccionar los niños y niñas a la lectura, ya que es a algo que vi que mostraban resistencia, lo mismo con las dinámicas de baile y juego o canciones, pero me encantó verlos contagiarse de las historias y hacer los dibujos y compenetrarse en las actividades. Salió todo el disfrute por la lectura y por la actividad y el compartir. Fue muy hermoso. También es impactante ver la realidad de su día a día y conocer un poco más sus vidas e historias personales, después, cuando terminamos, me quedé lavando los vasos y conversando con quienes llevan adelante el merendero y sentí que esas charlas también acercan, desde otro lugar, más personal que el de la lectura. También fue una hermosa experiencia para mi hija, ella se integró como una niña más y estaba muy contenta con toda la actividad, con el lugar y con ir a la plaza con las niñas, fue una experiencia muy linda para ella, quedó muy emocionada y sin duda también la acercó mucho más desde lo personal y lo emotivo que desde la actividad de la lectura en sí. Estoy muy agradecida con ustedes por la invitación y la oportunidad de compartir esta actividad en el merendero. Espero que se sigan dando estas oportunidades y que quizá se pueda lograr que esto de la lectura en los merenderos sea algo periódico o más pautado en el tiempo. Muchas gracias y quedo a entera disposición. 

Claudia

Participar de esta jornada fue algo muy especial, una experiencia que nos hace enfrentar las distintas realidades que se viven y está bien. Considero que cada uno desde nuestro lugar puede aportar su granito de arena (preferiría llamarlo amor) para generar los cambios que se necesitan.
Sé que no es trabajo fácil, por eso admiro su labor. Sé que una jornada no es suficiente, por eso confío en que ¡habrá más!
Nosotros estaremos cada vez que se pueda y, desde mi lugar, estoy a las órdenes.

Federico

Yo creo que en mis cortos 27 años, haber transitado la experiencia y poder ver aún más de cerca la realidad que tristemente viven muchas personas en la actualidad es un antes y un después, he visto de cerca barrios de contexto "crítico", caminado por barrios, personas necesitadas, ver familias con necesidades básicas que no pueden solventar, niños que viajan kilómetros para ir a la escuela, pasar de eso a ver cómo una empresa y sus empleados toman el compromiso y por un momento sacarlos de su realidad diaria, darles un gota de diversión, de que sepan que alguien está para ellos. Que no están solos ni desprotegidos, que cuentan con el apoyo de un grupo de personas, que creen en una posibilidad de mejorar sus vidas tan solo un segundo y que ese segundo los impulse a llegar a ser mejor en todos los aspectos futuros. 
Mis sensaciones al estar del otro lado, ajeno a la empresa más que porque mi madre trabaja ahí, es de ver la felicidad de los niños al tener en sus manos algo que para todos nosotros seguramente sea una bobada diaria, que hasta estemos cansados de consumir, una galleta, solo eso y un vaso de chocolatada hizo de ese entonces para ellos seguramente la mejor merienda en toda esa semana. Creo que toda empresa, empleado, persona y en un conjunto, la sociedad debería de enfocarse más en quien realmente precisa ayuda y trabajar para que pueda tener un hogar, comida y educación necesaria y digna. 

María Florencia

La experiencia de visitar el merendero fue muy movilizadora, creo que nos pone en contacto con otra realidad del país. Y que nos interpela por eso mismo a seguir buscando formas de colaborar con estas causas. Me parece, desde un punto de vista ajeno a la empresa, que es una movida linda, solidaria. Pero también creo que estaría interesante que fueran más las visitas, o más cercanas en el tiempo. Que se podría proponer que estas actividades pudieran tener más participación de los funcionarios (quizás llevándolas a cabo en fechas u horarios en los que pudieran participar) y así poder aportar no solo la ropa o alimentos que ya de por sí donan, sino, comenzar a estar, a involucrarse, a comenzar a entender que el otro nos necesita y que todos podemos sumar.
Uno es consciente que toda colaboración ayuda, pero hasta que no se enfrenta a otras realidades diferentes a las suyas, no logra dimensionar la diferencia que hace a veces un buzo, una frazada o unas galletas caseras. 
Creo que la empatía es fundamental en estas instancias, y creo también que es importante que causas así se den a conocer, que tengan difusión. Sé que Amec tiene comunidad y que comparte allí este tipo de cosas, pero me parece que se debería hacer llegar a toda la empresa.
Yo soy maestra y creo firmemente en el poder del cambio social, en el poder de la empatía y la solidaridad, en la sabiduría que te dan los niños. Me parece que son todas cosas que salieron a flote, me parece que las actividades fueron lindas, pero que no se condicen con la realidad que viven esos niños, que se puede acercarlos a la lectura haciéndolos partícipes; que se podría organizar quizás una tarde de libros y bizcochos. 
Creo que ellos saben lo que necesitan o lo que les gustaría, es cuestión de escuchar. 
Agradezco haber podido formar parte de esta instancia, sin duda y si está dentro de las posibilidades estaré en las siguientes. Creo que cualquier cosa que se haga con buena intención, amor y solidaridad saldrá bien. ¡Estamos para la próxima!

Cat

Al principio, estaba muy feliz de unirme a la actividad. Lo sentí al principio cuando ayudamos a ordenar y llevar cosas. Cuando pasamos tiempo con todos los niños allí, vi la felicidad en sus ojos y compartimos esa felicidad juntos. Cantamos canciones, bailamos y alguien nos hizo deliciosas galletas. Los niños y yo hicimos dibujos, coloreamos imágenes, contamos historias. Aprendí más sobre la nueva palabra en español con los niños. Nos divertimos mucho y fuimos felices ese día. Y recordaré el buen día para siempre. Por supuesto, si hay otra buena actividad como esta, pediré unirme cada vez. Gracias por darme felicidad y buenos recuerdos.

Renata

«Palabra por palabra, el mundo se hace mundo»
La experiencia del taller de lectura fue muy conmovedora, sobre todo porque son momentos en los que nos damos cuenta de que la vida no siempre es justa, que no siempre alcanza.
No fue la primera vez que me acerco a espacios de contexto crítico desde un lugar didáctico y tenía claro que no sería armónico, que se trataría de una experiencia en la que hay que ir dispuesta a escuchar y a poner el cuerpo, más que teorizar o intentar aplicar técnicas cuando falta la palabra y la panza chifla. 
En lo personal, no me interesa compartir desde un lugar caritativo, sino que lo intenté hacer, junto con Valeria, fue compartir la palabra. La palabra que conecta generaciones, la palabra que fortalece el vínculo afectivo, la palabra de la ficción; esa que puede hacer que imaginemos posibilidades diferentes, que podamos, al menos, imaginar un mundo un poco mejor. Tratamos de alojar, apenas por un momento, esa palabra, que no es la palabra del maestro o de quien asiste, es una palabra que nos iguala.
Compartir desde un lugar auténtico y honesto, nada más y nada menos.
Agradezco a Carla Bella, gerente de RSE, por la confianza y por sostener estos espacios indispensables. 


 
Carla, gerente de RSE

Agradezco a cada uno de los que formaron parte de este primer taller de lectura en uno de nuestros merenderos amigos, Pan de vida.  
Nos recibieron con el cariño de siempre, disfrutamos de un encuentro de conexión por medio de la lectura, de la interpretación, de la mano de Renata y Valeria conectando con un mundo de imaginación, de aventuras y emociones. Federico, Florencia y Claudia elaboraron unas ricas galletitas, fue el tiempo de aroma y sabor de la mañana. Cat, nuestra compañera de Tailandia conecto con los niños desde un lugar de intercambio y curiosidad de otros mundos.  Y Héctor, una vez más, nos acompañó con su traslado seguro.  

Las buenas prácticas de RSE son posibles gracias a la suma de voluntades y es lo maravilloso de unirse, proponer, generar y llevar adelante momentos compartidos; donde encontrarse, conectarse con seres que brindan su tiempo, su saber, su experiencia, su escucha, su amor a la mano del otro.

Suma de voluntades
¡Gracias por ser parte!
 

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