Algo de la química tras esa dulce droga
Nuestros cuerpos son laboratorios en constante actividad. Diversas sustancias químicas trabajan a lo largo de nuestras vidas como mensajeras, proveyendo todo lo que necesitamos para regular nuestras funciones vitales: ya sea nuestro metabolismo, crecimiento, estado de ánimo, el sueño o la digestión.
Carl Jung escribió «El encuentro de dos personalidades es como el contacto entre dos sustancias químicas: si se produce una reacción, ambos se transforman».
Más allá de los mandatos, de las circunstancias, de si lo estamos buscando o no, cuando el amor aparece, es un acontecimiento que nos moviliza, arrasando con toda razón. El amor arremete sin pedir permiso y de pronto, una mirada o un simple roce pueden generar un aluvión de sensaciones que nos hacen perder la noción del tiempo, sentirnos como narcotizados, eufóricos, anhelantes y vulnerables a la vez.
Detrás de esa montaña rusa de emociones encontramos trabajando intensamente a la feniletilamina. La feniletilamina es un aminoácido esencial que actúa como neurotransmisor y que podría ser la iniciadora del enamoramiento, produciendo exaltación, alegría y euforia. Esta sustancia actúa por determinado tiempo, pueden ser semanas, meses o incluso años, pero en algún momento tiende a caer, lo cual no significa que no pueda producirse nuevamente, o desde otras fuentes. Este descenso corresponde a la etapa del amor en que ya no reina el enamoramiento, la idealización y el pegoteo, dando lugar a un vínculo con un otro más real, que también tiene sus defectos y diferencias, pareciera un hechizo que se rompe. Aquí se puede abrir camino hacia la construcción de un vínculo de pareja más estable, que incorpore la ambigüedad y las frustraciones, así como las satisfacciones de compartir la vida con uno otro complejo, ya no estamos drogados con la feniletilamina, y eso implica lidiar con la realidad desde otros recursos internos. Hay casos de quienes se vuelven «adictos a la atracción», por lo que cuando esta sensación cae, buscarán nuevas personas para enamorarse, rompiendo relación tras otra una vez que ya no sienten la euforia de los primeros tiempos.
Otras fuentes de feniletilamina pueden ser el cacao, el chocolate amargo, entre otros alimentos, así que ya sea que uno esté enamorado o atravesando alguna decepción, el chocolate puede ser un buen aliado. La feniletilamina se segrega también cuando las emociones se disparan o ante situaciones de peligro, reafirmando los vínculos, es decir que esta puede volver para afianzar los lazos en parejas estables, disfrutar de la calma no significa perder la emoción de volver a reencontrarse cuantas veces sea necesario.
Otra sustancia implicada en el amor es la oxitocina. También conocida como «la hormona del amor», esta sustancia nos permite generar vínculos con otras personas, haciendo que seamos capaces de sentir cariño y empatizar. La oxitocina es una hormona que se libera durante el final del embarazo, durante el parto y en la época de lactancia, el llanto de los bebés la despierta y se estimula mientras mama. Tiene un importante papel en el amor romántico, fomenta los mimos entre amantes y el aumento del placer durante el acto amoroso ayudando a alcanzar el clímax, el cual, a más intensidad, más oxitocina libera. Diane Ackerman en su libro Una historia natural del amor (1994) nos dice que: «A diferencia de otras hormonas, el aumento de oxitocina puede ser generado tanto por motivos físicos como emocionales —cierta mirada, voz o gesto es suficiente—, y puede ser condicionada por el historial amoroso de la persona» (209). La oxitocina se puede estimular de diversas maneras, a través del contacto físico, abrazar, o acariciar a nuestras mascotas, o también escuchando música, meditando, etc. Llorar y expresar nuestras emociones también ayuda a liberar oxitocina y reducir el cortisol (hormona del estrés). Hay muchos caminos y formas en que podemos generar oxitocina, aliviándonos y fomentando los lazos amorosos, no solo con una pareja romántica, sino con todo el entorno que nos rodea.
Finalmente, no podemos dejar de mencionar a las endorfinas. Cuando baja el enamoramiento y se establece un vínculo se da una recompensa de intimidad, calidez, empatía, dependencia, y se comparten experiencias que disparan la producción de ese alimento del bienestar mental que son las endorfinas; es un sentimiento menos intenso, pero más estable y adictivo. Son muchísimos los efectos que estas hormonas de la felicidad producen tanto física como psicológica y emocionalmente. Las endorfinas son analgésicos naturales, sin contraindicaciones: estimulan el sistema central aliviando el dolor, generando bienestar, reducen la ansiedad y mejoran el estado de ánimo. Las endorfinas se liberan de muchas maneras diferentes como puede ser: hacer ejercicio, recibir un masaje, reír, comer alimentos ricos en proteínas, meditar; allí están a nuestro alcance para explorar qué nos hace sentir bien.
Las formas de amar se asientan sobre caminos neuronales aprendidos desde la infancia y, a su vez, cada encuentro amoroso puede ser un acontecimiento que inscriba en nosotros algo inédito, posibilitando nuevas maneras de amar. Quizás cada encuentro puede ser una oportunidad de dejar atrás viejas formas de querer que nos lastiman o con las cuales lastimamos a otros, quizás perder a alguien aunque duela, es una ocasión para remendarnos a nosotros mismos. Disponerse a amar es poder hacerse vulnerable ante el otro, estar dispuestos a perder. Construir un vínculo que trascienda los imaginarios y fantasías significa afrontar charlas honestas, a veces incómodas, así como asumir una responsabilidad afectiva hacia la persona amada, saberse con una falta que nadie puede llenar, y entender que el otro también viene con su falta, y aun así elegirse, descompletar la ilusión del todo, aventurarse a ese encuentro vertiginoso, sabiendo que ya no seremos los mismos.
1 comentario
Alma WERNER 15.01.2024
QUE LINDO EN ESTAR ENAMORADO ,,,,,NO HAY EDAD PARA ESO,,,,,,,,,,,
Respuesta de Amec 16.01.2024
Es muy cierto, Alma, no hay edad. Saludos.